domingo, 16 de febrero de 2020

"Hambletonian, el cepillado", de George Stubbs



El documento objeto de comentario se corresponde con la imagen de un óleo sobre lienzo realizado por George Stubbs en 1800, el cual lleva por título Hambletonian, el cepillado, en el que el dueño tranquiliza a su caballo mientras un mozo de cuadra lo limpia. El cuadro puede visitarse actualmente en la Mount Stewart House, en County Down, Reino Unido.

George Stubbs (1724-1806) es recordado por sus cuadros de caballos, fruto de un estudio detenido de su anatomía, y sus retratos de la opulenta sociedad británica. Entre sus clientes figuraban nobles y burgueses adinerados, algunos de los cuales estaban entre los fundadores del exclusivo Jockey Club, fundado en 1750. La fecha del cuadro nos remite a un contexto marcado por la crisis del reinado de Jorge III (1760-1820), como consecuencia de la pérdida de las colonias americanas, y el desarrollo del proceso de industrialización.

Tal y como se puede observar, el autor traslada al lienzo una escena de género en la que hombres y animal están representados con gran nivel de detalle. En primer plano, desde la derecha, el dueño, con sombrero de copa y abrigo, tranquiliza al caballo mientras mira indolente al espectador, como si éste hubiera irrumpido en mitad de la faena. También el mozo de cuadra, el cual sujeta al caballo mientras lo limpia con un trozo de tela blanca que agarra con su mano izquierda, mira al espectador por debajo del cuello del animal. En último término, el caballo ocupa el lugar preeminente del cuadro, relegando lo demás a los márgenes del mismo. Parece agitado, ya que tiene los costados convulsos por la respiración, como si acabara de correr en la pista de carreras. En segundo plano, sobre una línea horizontal que deja tras de sí una verde pradera salpicada por unas pocas cuadras y chozas, se abre un cielo azul cubierto con alguna nube. Los colores terrosos y fríos, a base de verdes, marrones y azules, dominan el ambiente, aunque se ven supeditados a la pincelada firme del artista, que pasa por un cuidado estudio del dibujo y, más específicamente, la anatomía del caballo. La luz penetra desde la izquierda del cuadro, aunque el caballo cubre de penumbra gran parte de la mitad inferior, lo que contribuye a crear un ambiente recogido e íntimo. La perspectiva remite al carácter central del caballo, mientras que la composición horizontal subraya la armonía existente entre el hombre y la naturaleza en la que se encuentra. Si bien la función de la obra es meramente decorativa, no está exenta de un profundo significado. De acuerdo con la tradición, el caballo es un símbolo de los deseos exaltados y los instintos. Algo destacado en este caso, ya que el purasangre Hambletonian aparece sin montura y, por tanto, libre de su domador. No obstante, la presencia de los hombres y de la correa interrumpe dicho sentido para demostrar que el orden y el control prevalecen por encima de los sentimientos desatados. La Naturaleza dominada por la Razón. En cualquier caso, no hay rastro de triunfalismo en una escena que se sitúa un momento después de la victoria del caballo.

El cuadro de Stubbs se sitúa a medio camino entre las convenciones del academicismo y el romanticismo. Por el país de origen y la fecha, me inclino a pensar que se trata de un recipiente que recoge los aportes del genio británico al neoclasicismo y que, por otra parte, anuncia el gusto del primer romanticismo, representado por Turner, Constable o Bonington, por el movimiento y los paisajes.

BIBLIOGRAFÍA

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Cirlot, J. E. (1992): Diccionario de símbolos, Barcelona, Labor.

Farthing, S. (ed.) (2016): 1001 pinturas que hay que ver antes de morir, Barcelona, Grijalbo.

Kinder, H., Hilgemann, W. et Hergt, M. (2007): Atlas histórico mundial. De los orígenes a nuestros días, Madrid, Akal.

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