Un género [la Historia] que se enfrenta a la dura y efímera realidad para indagar su sentido y reflejarla (Tucídides se presentaba como un austero "notario") con rigor y precisión. Pero cada gran historiador tiene su voz y su mirada, aunque intente dar una versión desapasionada -sine ira et studio- de cuanto selecciona y transmite lo que cree preciso "salvar del olvido para el futuro" (Heródoto). En toda historiografía late esa apuesta por el relato objetivo, pero es inevitable el acento propio, un estilo subjetivo y una impronta personal. Algunos historiadores fueron grandes escritores; pero incluso los de plumas más grises tienen su estilo propio (y, de propina, su valor literario).
Carlos García Gual, El estilo de los historiadores, 17/7/1987
El documento objeto de comentario se corresponde con una fuente secundaria; un estrato de un artículo periodístico firmado por Carlos García Gual para el diario El País en el que reflexiona acerca del grado de subjetividad que interviene en la tarea del historiador a la hora de enfrentar la realidad.
García Gual comienza por catalogar la Historia como un género que precisa de rigor al escribirse. No obstante, continúa el autor, los historiadores, aun buscando la objetividad, no dejan de aportar su estilo propio. Finalmente, niega la exactitud de la Historia a la vez que reafirma su carácter de método o técnica.
En cuanto a la catalogación de la Historia como un género presumiblemente literario, ésta no deja de ser una clasificación válida en cuanto la Historia, en su vertiente ensayística, forma parte de un corpus mucho más amplio y, por tanto, es susceptible de ser incluida como una forma de literatura. La concepción de la Historia, a este respecto, ha ido variando desde la Antigüedad hasta nuestros días, pasando de constituir para los griegos un saber inferior basado en la percepción a estar considerada una ciencia practicada por profesionales. No obstante la evolución teórica de la Historia, sus fundamentos esenciales no han cambiado.
No es casual que el autor del texto recurra a los ejemplos de Heródoto y Tucídides para respaldar la idea de que la Historia debe ser fiel reflejo de la realidad. Aunque parezca más bien reciente, ésta visión bebe de la tradición antigua. Contrariamente a las narraciones histórico-mitológicas o histórico-providencialistas, la historiografía griega racional y, por extensión, los de la historiografía que va del siglo XIX a la actualidad, encuentran sus bases en el intento de plasmar los real; no lo fabuloso y/o ficticio. Heródoto, en tanto sujeto que investiga, atestigua y narra las Guerras Médicas, y Tucídides, "paso adelante" que trae consigo la crítica de las fuentes, conforman todavía hoy el arquetipo metodológico del historiador profesional.
También es cierto que con Tucídies nace, en cierto modo, una historia moralizante, tan cara a los historiadores romanos posteriores, que empuja al debate en torno al cual reflexiona García Gual. En su afán de perseguir la objetividad, dice el autor, los historiadores imprimen, conscientemente o no, su estilo particular al texto, que es el producto final derivado del trabajo de investigación. Y en ningún momento se nos aclara, pero García Gual se refiere al "estilos subjetivo" y la "impronta personal" del historiador no como elementos propios de una deshonestidad intencionada, sino como las aptitudes durmientes del historiador como literato. Aunque se les recuerde como verdaderos padres de la Historia, Lavisse o Ranke contribuyeron a la búsqueda de la objetividad desarrollando, paradójicamente, un discurso ideológico adscrito a los intereses de los regímenes políticos de la época. Sus nombres, sin embargo, trascendieron más allá del texto. ¿Qué habría que decir, en fin, de Michelet o de los autores de los Annales o de la Nueva Historia, que fueron profesionales conscientes de la reflexión epistemológica y, a la vez, rubricaron deliciosas obras como El Mediterráneo de Braudel? ¿Qué hay de la historiografía inglesa a partir de T. B. Macaulay, partidario de la introducción interpretativa del historiador y excelente narrador, que fue uno de los padres adoptivos de la Historia Social y Cultural del siglo XX? Sirvan pues estos ejemplos para reforzar la reflexión del autor en torno al estilo de los historiadores, con el cual la objetividad no debiera entrar en pugna. La Historia, como indica García Gual, es una técnica, una ciencia de los hombres que, al contrario que la antigüa dualidad entre artes contemplativas y liberales, no teme ya a esa imperfección humana que hace particular cada obra, indisociable del autor que la compone.
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